Ups!, m’ha caigut el pastís de llimona

L’escriptor Javier Aznar va viatjar el Nadal de 2017 fins a Mòdena amb l’únic propòsit de menjar a la prestigiosíssima Osteria Francescana i tastar les seves famoses postres anomenades Oops, I dropped the lemon tart! Els clients del nostre restaurant d’aplicació han tingut més sort i han pogut estalviar-se un viatge tan llarg, ja que, al menú d’aquesta setmana, les postres incloses eren precisament el famós pastís que Massimo Bottura i Takahiko Kondo van crear en allò que constitueix una de les grans serendipitats de la història de la gastronomia.

Si voleu conèixer l’anècdota de com un pastís que va relliscar del plat i va caure sobre la placa de cocció de la cuina ha arribat a ser un referent dins el món de la pastisseria de restaurants, podeu llegir el que va escriure el mateix Javier Aznar a la revista Vanity Fair:

Massimo Bottura, chef de Osteria Francescana, y su ayudante, el japonés Takahiko Kondo, conocido como Taka, están a punto de terminar de emplatar las dos últimas tartas de limón tras un día especialmente ajetreado en el restaurante. Pero justo cuando van a salir de cocina ocurre la gran tragedia: a Taka se le cae una de las tartas sobre la encimera. Todos se quedan paralizados al oír el chof. No hay tiempo, no hay margen de maniobra, no hay más tartas. Como buen japonés, perfeccionista y con una marcada ética de trabajo, Taka barrunta suicidarse ahí mismo con cualquier objeto punzante de la cocina. Bien sabe que un restaurante que aspira a ser el mejor del mundo algún día no puede permitirse esos fallos propios de un novato. Es una deshonra para el equipo y para él. La orquesta no puede brillar si un violinista desafina. Mientras Taka sigue musitando “el horror, el horror”, como el coronel Kurtz, el chef Massimo Bottura se queda quieto, observando durante unos segundos cómo ha quedado estampada la tarta, esa plasta amarilla salpicando la encimera y el plato. Y es justo entonces cuando se cae del caballo: aquel desastre es precioso. Hay belleza en ese caos. Parece un cuadro genial, elegante y único. Respira ese mismo instante refrescante que tan bien captura la salpicadura de la piscina de A bigger splash, de David Hockney. Tiene espontaneidad, colores vivos, formas inesperadas. Le encanta.

Así que sale tal cual. Y deciden sobre la marcha replicar ese mismo efecto de tarta estampada en el otro plato listo para salir. El resultado es sorprendente: causa auténtica sensación. A partir de ese momento, en el restaurante comienzan a servir todas las tartas de limón con ese efecto, como si se hubieran estrellado contra el suelo. 

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