MobiSudNord demediado

Neus, alumna del 4A1, ya ha vuelto de su estancia en el sur de Francia y, a petición de su profesor de Lengua castellana, ha tenido a bien, con su acostumbrada diligencia, escribir unas notas, sinceras y despeinadas con las que componer este texto que a continuación figura. A través de él, nos podremos hacer una mínima idea de cómo ha vivido las diferencias culturales y educativas; en definitiva, de cómo ha vivido el intercambio facilitado por el programa de mobilitat MobiSudNord:

Francia, el país de la baguette, de los croissants, de las pastelerías y los dulces. Este es el país donde iba a pasar cuatro semanas que, finalmente, se han convertido en dos por culpa —ya os lo podéis imaginar— del coronavirus. Dos semanas que se me han hecho muy cortas, en las que, además de aprender francés, he aprendido muchas otras cosas que llevaré conmigo el resto de mi vida. Pero no escribo esto para hablar de lo que he aprendido sino de mi experiencia como catalana en un país extranjero, como lo es Francia.

Lo primero que me sorprendió al llegar fue que cuando era el momento de dar dos besos, la gente empezaba a darlos por el lado contrario al que nosotros acostumbramos, es decir, ellos empiezan por la derecha (mejilla izquierda ajena) y nosotros lo hacemos por la izquierda (mejilla derecha ajena), lo cual nos llevaba a un tanteo de cabezas por error mío al no estar acostumbrada.

Otra de las costumbres que me sorprendió fue que separan el váter (toilette) del baño (salle de bain), es decir, que te duchas en un sitio diferente del destinado a las necesidades fisiológicas.

En Francia, al final de la comida, nunca te va a faltar queso. Sí, comen queso como postre o después del postre. Además, sus horarios de comer son bastante distintos a los nuestros, ya que ellos comen mucho más temprano. Yo comía a las 11.30 h o las 12.00 h y cenaba a las 18.30 h o las 19.00 h.

En el tema “instituto” son muy estrictos y respetuosos. En el centro en el que estuve gracias al intercambio, a nadie se le ocurriría tutear a un profesor y mucho menos, contestarle. No puedes entrar en clase hasta que el profe lo ordene, al igual que tampoco puedes sentarte hasta que te lo permita (hecho que me llevó las dos semanas para acostumbrarme). Las notas en Francia son sobre 20 y, por tanto, esto de que, aquí, sacar un 9 es excelente, allí es suspenso.

Estas serían algunas de las cosas más destacables que distinguir entre aquí y allí aunque hay otras tantas que lo son menos, pero que podrían completar otra lista.

En resumen, Francia es un país que, por muy cerca que esté del nuestro, mantiene estas pequeñas diferencias que distinguen nuestros hábitos y culturas. Por eso, me gusta tanto viajar, porque sales de tu zona de confort, descubres cosas que nunca podrías haber imaginado que existían y, sobre todo, conoces a gente nueva a la que, por mucho que pase el tiempo, siempre vas a recordar.

Neus Trull.


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