El calmo ocaso del sol sobre la línea del horizonte transformando la tarde en noche, la promiscua paleta cromática de la primavera recién asomada a la naturaleza, la mirífica voz del ser amado convertida en brisa de susurro a un labio de distancia de nuestro oído… La vida debe ser poesía y no prosa. Y acaso sea este inopinado convencimiento el que, durante la clase de Literatura Castellana de esta mañana, nos ha llevado a convertir lo que había de ser exégesis del Romancero gitano lorquiano en recitación sentida de muchos de los versos que lo componen.
Gracias, amantísimos alumnos, por este improvisado recital en el Día Mundial de la Poesía.
Juanjo González.