Ana Valero: “Creo que complemento todo lo nuevo que vosotros ya tenéis y domináis”

¿Cómo decidiste estudiar para ser profesora?
En el bachillerato no tenía muy claro lo que quería estudiar. Me gustaba mucho el arte y la literatura, pero en principio pensaba que iba a estudiar veterinaria, ser veterinaria era una profesión que me atraía, sobre todo por mis orígenes del campo y también porque con ella podría encontrar trabajo con facilidad. Pero cambió mi destino un profesor que tuve en literatura en COU, el último año del instituto, que me marcó e influyó mucho porque me transmitió y me contagió su pasión por la literatura. Y así fue como decidí que iba a estudiar Filología Hispánica. En ningún momento escogí esa carrera pensando que iba a dar clases, simplemente la elegí porque me apasionaba. Por eso mi consejo es que estudiéis lo que os guste de verdad, y si después conseguís trabajar de eso, mejor, seréis unos privilegiados.

¿Cuántos años hace que trabajas de profesora?
Toda mi vida. No he trabajado de nada más. Este año hace 34 años que lo soy. Acabé mi carrera y me fui de Aragón, mi tierra. Y me viene a Cataluña a ejercer como profesora.

¿Cuántos años llevas en el Benaprès? ¿En qué otros institutos has trabajado?
En este instituto llevo 30 años, actualmente soy la profesora más antigua. Podríamos decir que soy, con toda la ironía del mundo, como me dijo hace poco una persona, una “institución” porque medio Sitges ha pasado por este centro. Antes solo había un instituto público, y me conoce mucha gente, y aunque para algunos eso sea un problema, yo estoy encantada.

He trabajado en dos institutos, cuando aprobé las oposiciones y dejé mi tierra me dieron plaza provisional en un instituto de Vilafranca del Penedés. Allí estuve cuatro años, y luego, como me gustaba Sitges, pedí traslado y me dieron aquí la plaza fija en 1991, y hasta el día de hoy.

¿Cómo crees que han evolucionado los estudiantes?
Han evolucionado, pero tampoco tanto como a veces se dice. Sí es cierto que cuando empecé al instituto solo venían los alumnos que posteriormente querían ir a la Universidad. Los otros se iban a centros de Formación Profesional y otros se ponían a trabajar. A partir de la Reforma se juntaron todos los alumnos y se hizo obligatoria la enseñanza hasta los 16 años. Ahora no todos los alumnos tienen los mismos intereses ni las mismas ganas de estudiar, lo que dificulta la gestión de la clase. La sociedad ha cambiado también, es más global y diversa, y se valora menos la cultura del esfuerzo. Aparte, con la tecnología los chicos tenéis más fuentes de información y otros intereses, pero sin embargo tenéis la misma vitalidad, la misma frescura y las mismas capacidades. Eso tampoco ha cambiado tanto.

Una de las actividades de las que me siento más orgullosa y satisfecha en mi carrera docente son los viajes pedagógicos de bachillerato. A través de los años he visto que viajando a Madrid, Roma, París o Berlín, los alumnos en lo esencial eran iguales, maduraban y aprendían a ser más autónomos, a tener más iniciativa, a moverse en grupo, a descubrir, aunque orientados, por sí mismos la ciudad y sus valores culturales… Habéis cambiado, pero menos de lo que se cree.

¿Cuál es la mejor manera, para ti, de hacer que una clase sea más dinámica?
A ver, yo en la universidad estudié muchos contenidos, pero poca pedagogía, entonces esta la he aprendido sobre la marcha, por lo tanto no tengo ninguna fórmula para explicar cómo hacer una clase dinámica.

Aunque, desde mi punto de vista, creo que la mejor manera para hacer que la clase sea más interesante es ser tú mismo. Yo lo único que he intentado es ser yo misma con mis alumnos, abrirme y transmitirles toda la pasión que tengo por la lengua, y sobre todo por la literatura. Cada día intento motivar a los alumnos transmitiéndoles mis ganas de aprender, mi capacidad de sorpresa y mi pasión por lo que hago. Por otra parte, a la hora de usar las herramientas digitales para la pedagogía, yo las utilizo poco, porque no las domino demasiado y porque, como todo el mundo las utiliza, creo que también es importante no perder el hábito de usar papel, leer y escribir a mano. Y esto es lo que yo les puedo aportar, sin embargo hay otras personas que dominan más el ámbito tecnológico y eso es lo que les aportan. Por eso creo que yo complemento todo lo nuevo que vosotros ya tenéis y domináis.

¿Has ayudado a algún alumno a hacer el trabajo de investigación este año?
Sí, este año he tenido a Yeray Cuenca y a Soraya Sánchez, con dos temas que no tienen nada que ver con mi especialidad: Yeray lo hizo sobre fútbol y Soraya sobre el bullying. Pero los acompañé y dirigí en lo que pude.

¿En qué partes del trabajo has podido orientar más a los alumnos?
Los he orientado sobre todo en las partes metodológicas, tanto en la estructura como en que vieran la importancia de hacer una buena introducción y una buena conclusión, que muchas veces es el fallo del TR. Para mí, son imprescindibles. Y también en el enfoque del trabajo, que no se limitarán a que fuera un mero recopilatorio teórico, sino que hicieran una aplicación práctica de su investigación.

También he buscado hacer un seguimiento más personal y animarles en todo el proceso.

¿Cómo llevas los cambios en el instituto por la covid?
Bueno, me ha costado acostumbrarme, sobre todo por la mascarilla, que es una gran barrera para comunicarse. Por otra parte, a las clases de dos horas me he adaptado muy bien, pero las clases online… Para mí no tienen el mismo valor que las presenciales, creo que no son nada positivas para vosotros. Pienso que en una clase el profesor no se dedica solo a soltar un “rollo”, sino que la clase es otra cosa, tiene que haber una interacción profesor-alumno, y además la relación entre compañeros estimulándose y complementándose es fundamental. En la relación con los profesores también llevo mal el hecho de no tener sala de reuniones ni bar. Esto hace que no podamos tener relación entre nosotros, falta ese “calor” humano, ese compartir experiencias y comentarios de los alumnos alrededor de una mesa y un café… Es lo que ahora nos toca, pero lo echo mucho de menos. Las relaciones personales enriquecen. Eso es una de las mejores cosas de ser profesor.

¿Qué consejo darías a todos tus alumnos?
Piensa que leerán esta entrevista. Les diría que aprovechen la estancia en el instituto. Son unos años muy intensos e interesantes, sobre todo los últimos, porque al principio se está más despistado, pero es un periodo donde se conoce gente nueva, se descubre la vida, nuevas inquietudes, nuevos horizontes, compañeros que tienen unas inquietudes similares… Y luego en el instituto tenéis la suerte, aunque a veces no se valore, de tener muchos profesores con distintos conocimientos y podéis aprovechar esa posibilidad y aprender de ellos. Es un buen lugar para disfrutar y aprender. Y por último, es aquí donde tenéis que empezar a pensar en vuestro futuro, en proyectar vuestros sueños, que se cumplirán o no, pero es tan importante proyectarlos como alcanzarlos, el camino vale tanto como la meta. Así que yo creo que lo que tenéis que hacer es pelear por lo que os interese. Ese es mi consejo. Una persona tiene que estudiar lo que le guste, empezar un camino, y si se equivoca rectificar no pasa nada, pero seguir hacia adelante, y si aún no tenéis la vocación definida, ya llegará, pero hay que buscarla.

Yo tengo la suerte de haber podido dedicarme toda la vida a un trabajo que me encanta, me gano la vida haciendo lo que me gusta, leer, enseñar literatura y enseñar lengua. Y espero haber transmitido algo a mis alumnos, que se hayan enriquecido con mis conocimientos y que hayan aprendido tanto de mí como yo he aprendido de ellos, porque cada vez vais pasando gente joven con muchas inquietudes. Es fantástico trabajar con personas con esa energía. Ya veis, yo he disfrutado tanto porque he hecho lo que me ha gustado. Y si ayudo a que seáis ciudadanos con criterio, que lo que os hemos enseñado sirva para haceros mejores personas, fantástico. Nosotros tenemos que descubriros que en la palabra, en el lenguaje, está el instrumento de la verdad y también del engaño, eso es lo que tenemos que enseñaros.

En resumen, yo espero que mis alumnos encuentren su camino y confío en que mis clases hayan contribuido a hacerlos personas más críticas y más maduras, y que así tengan herramientas para encontrar su camino.

                                                                 

Autores: Cecília Vicente, Uma Cabrera, Pol Saltó, Mónica Carrasco

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