El desig d’esbrinar-ho

La professora de castellà Antonia Ruiz ens ha fet arribar un text d’una alumna de segon de Batxillerat, la Maria Ballesta. El títol és “La diferencia entre aprobar y aprender” i ens parla de com veu ella alguns aspectes de l’educació.

aprendre

La diferencia entre aprobar y aprender

No sé si alguna vez se habrán preguntado por la razón del fracaso escolar. Si se levanta una piedra aparecen como hormigas miles de posibles culpables: las escuelas, el temario, el gobierno y otras infinidades de razones, cada una de ellas más alejada del verdadero problema. Pero todo el mundo olvida a los directamente implicados: los estudiantes. Hoy en día, muchos de ellos van al colegio a aprobar, no a aprender.

Es simple: una persona interesada en lo que hace, lo suele realizar bien y con más facilidad, ya que se trata de una tarea agradable. Si inculcáramos el valor del conocimiento a las niños ¿no les sería la escuela más fácil? Es decir, la necesidad de saber debería tratarse de un deseo interior y no de una obligación externa. Se preguntarán a que me refiero con esto. Es sencillo: la interiorización de la curiosidad de querer saber y la satisfacción de haber aprendido por parte de los niños. Es difícil esforzarse y ser constante con algo que no interesa y que piensas que no te aporta nada. No deberíamos motivarlos recompensándoles las buenas notas con grandes regalos. ¿Cómo pretendemos que atiendan a cualquier explicación o se preparen un examen si estos son simplemente medios para conseguir alguna cosa material y superflua de la que se cansarán al cabo de pocos días? Está claro que ese tipo de incentivos solamente les sirve para intentar aprobar y son mucho menos productivos que considerar que aquello que uno está escuchando es un fin en sí mismo y sirve para algo más.

Quizás muchos de los problemas de educación son cuestiones que van más allá de las aulas. A lo mejor algunos tienen sus raíces en la propia actitud de los chavales. Pero no podemos recriminárselo todo a ellos, son solo tallos tiernos que absorben lo que ven. Es la familia y la sociedad las que tienen que inculcar el amor por la sabiduría. Cuando esto suceda, cuando para los estudiantes el simple motivo de haber aprendido algo sea una fuente de felicidad, crecerán fuertes y rectos y podrán darnos frutos más suculentos que un suficiente justo y una de las tasas de fracaso escolar más altas de Europa.

petitprincep

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