El asesinato de la profesora de lengua

Como lectura obligatoria del segundo trimestre, estamos leyendo en primero El asesinato de la profesora de lengua, de Jordi Sierra i Fabra.

En la contraportada del libro de Anaya, se desvela parte de su argumento de este modo:

«La profesora de lengua, Soledad, está harta de que sus alumnos no se esfuercen en clase. Su desesperación ha llegado a tal límite, que les comunica una seria noticia: antes de acabar el día, asesinará a uno de ellos, si no consiguen detenerla antes.

A los alumnos les va la vida en ello, así que no perderán un solo segundo. La búsqueda ha comenzado…»

asesinato

Pero antes de llegar ahí, como primer contacto con el libro, debemos prestar mucha atención a su ambiguo título. Pues el texto de Sierra i Fabra es una invitación al juego, y el juego empieza ya desde el principio.

Así que invito a los alumnos/as a realizar hipótesis sobre el contenido de la obra a partir de él. Llegan a mis oídos algunas sonrisas malévolas, al tiempo que surgen múltiples interrogantes: «¿El libro trata sobre el asesinato de una profesora de lengua? ¿Quién la mata? ¿Uno de sus alumnos? ¿Y por qué motivo?»

Como argumento para un libro, lo cierto es que una profesora asesinada no tiene desperdicio. Además, por si fuera poco, yo soy la profesora de lengua castellana que tienen este año, así que buscan qué similitudes pueden existir entre esa construcción de ficción que tan mala fortuna parece que ha corrido y yo, y fantasean unos segundos con mi desaparición. Es esta una reacción saludable, yo diría que terapéutica, un pequeño desafío a la autoridad expresado sin agresividad ni grosería, tan sólo con una respetuosa sonrisa. Sonrío también con ellos. Se establece entre nosotros cierta complicidad.

Pero como dicen «el que ríe último ríe mejor» y les invito a seguir reflexionando sobre el título. Ahora les pregunto por el significado del adjetivo ambiguo. «Dicho especialmente del lenguaje: Que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión». Un alumno ha utilizado su tableta para buscar el desconocido término en el Diccionario de la Real Academia con suma celeridad. Es uno de los prodigios de la tecnología, estar a solo un clic del significado de las palabras, a un solo clic del conocimiento del mundo.

De repente, los atrapa la emoción intensa de una revelación. «La víctima no es la profesora. La profesora es la asesina», anuncia uno. «Y seguramente va a matar a alguno de sus alumnos», proclama otro. «Quizá sea más ambiciosa en su plan y pretende acabar con todos», añado yo.

Una oleada de risas invade el aula, pero esta vez acompañada de cierta inquietud. Los alumnos se preguntan con cierta perplejidad cómo se ha atrevido el escritor a crear un personaje tan perverso como protagonista de una novela juvenil. Pero segundos después, uno de ellos tira más del hilo y lo sumerge en terreno pantanoso: se atreve a fantasear con el instante fatal de un hipotético crimen. Introduce algunos elementos rebuscados, que seguramente tienen su origen en ciertas películas de acción, donde el horror tiene un componente importante, incluso utiliza adecuadamente el término modus operandi… Ha llegado el momento de poner límites a esa imaginación desbordante. Seguimos adelante.

La historia de Sierra i Fabra confunde, desorienta, juega con el lector. Por ello resulta de lo más entretenida. Y se va paladeando con exquisita lentitud, como un buen vino. Según la profesora, los alumnos salvarán sus vidas si consiguen resolver las pruebas lingüísticas que ella misma ha creado para ellos. Interesante metáfora: el conocimiento como tabla de salvación. Prueba a prueba, el escritor consigue mostrar a través del juego lo que es un palíndromo, un calambur, un anagrama o una metáfora, desafiando así el dicho de que «con letra la sangre entra».

Al final, nada resulta ser lo que parecía al principio, como tantas cosas en la vida. La profesora no era pérfida y las pruebas no eran trampas sino ingeniosos juegos astutamente creados para despertar las mentes aletargadas, haciéndolas permeables a la lectura y al conocimiento.

Sierra i Fabra, ya al comienzo del libro, en la carta dirigida a sus lectores, lo anunciaba con estas palabras: «No es tan fiero el león como lo pintan. Quería demostraros que escribir y leer también es un juego. De ingenio, claro, y sin mandos ni tres vidas».

Con un estilo elegante y cuidado, El asesinato de la profesora de lengua es un libro inteligente y, a pesar de lo que en un principio pudiera parecer, delicado y cargado de cariño y buenas intenciones. Un libro que enseña, entretiene y emociona, resultando, por todo ello, entrañable.

Mar Miras Martínez (conocida como la triple M)

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