Esquiada 2014

Salimos el día 14 de madrugada de la plaza del polideportivo. Fuimos llegando poco a poco, uno detrás de otro hasta que al final; unos más puntuales, otros menos, allí estábamos todos. Metimos las maletas en el maletero del autobús y después montamos nosotros. Después de unas tres o cuatro horas, al fin, llegamos a nuestro destino. Desde la ventana del autobús podíamos ver todas las pistas, blancas, llenas de nieve, con algún que otro esquiador ya en marcha.

A nuestra izquierda, estaba el hotel, de piedra, elegante, con balcones y ventanales, suponemos que de cada habitación. Descargamos las maletas y entramos; el vestíbulo de paredes amarillas, con sofás y mesas para esperar, era lo primero que se veía al entrar, delante una chica, en el mostrador, simpática, o al menos eso parecía. Giramos a la derecha, a una inmensa sala que nos habían habilitado para dejar nuestras bolsas, aunque solo fuera hasta la tarde. Nos fuimos a buscar el material de esquí, y por la tarde, después de esquiar todo el día, volvimos. Cogimos las maletas, de nuevo, nos dieron las llaves, por orden y fuimos cada uno a nuestra habitación. Subimos, algunos por el ascensor, y otros impacientes, por las escaleras. Al llegar al piso correspondiente, nos adentramos en un pasillo, mirando los números de las habitaciones, encontramos la nuestra. Metimos la llave en la cerradura y la giramos, al entrar, todo estaba muy ordenado, aunque poco duró, pues bien, a nuestra derecha había una cocina, no era gran cosa, pero suficiente para pasar tres días, nosotros, los adolescentes, solemos ser muy curiosos, así que empezamos a abrir todos los armarios de la cocina, había platos, vasos y varios utensilios de cocina, el comedor, comunicado con la cocina estaba más adelante, un sofá no muy cómodo con una pequeña mesita y una tele. Detrás del ventanal había un balcón, con vistas a otros balcones, nada del otro mundo. A la derecha encontramos el lavabo, era grande, bueno, en proporción al resto de la habitación, un espejo que ocupaba toda la pared, la ducha al final, amplia y demasiado limpia, y justo detrás de la puerta, un retrete, blanco y precintado con una cinta. Justo en frente de la puerta de entrada, otra puerta que daba a la habitación, entramos, parecía que había una cama de matrimonio, pero no, eran dos camas individuales juntas, y detrás de la puerta un armario con espejo, muy cómodo.

Nos dividieron en grupos, según el nivel, los que no habíamos esquiado nunca, fuimos a un grupo, los que habían esquiado un par de veces, en otro y los que ya esquiaban desde toda la vida, en otro. Algunos, los que nunca habíamos esquiado, primero hicimos unos ejercicios para mantener el equilibrio sobre los esquís o sobre la tabla de snow y para controlarlos, pero más adelante fuimos bajando pistas, cada día más y más rápidos, los otros grupos, como eso ya lo sabían, fueron directamente a pistas, y poco a poco fueron a las pistas más altas y difíciles.

El primer días sobre todo para los que hacían Snow fue muy duro: con muchas caídas, dolores musculares, dolor en el culo, en las muñecas de aguantar golpes, etc.…

Por las noches después de cenar, teníamos rato libre para bajar a una sala de juegos que había justo delante del hotel que tenía: billares, futbolines, simuladores de coches y una bolera, o también podíamos subir a las habitaciones.

Para organizar los tres días de esquiada previamente teníamos que haber elegido si queríamos hacer Snow o esquí y especificar el nivel que teníamos, es decir, si hacíamos ese deporte desde siempre, alguna vez o nunca.

El último día después de haber estado entrenando los tres días, hicimos una gran bajada en grupo, con todos los alumnos y profesores que había asistido a la salida y lo grabamos todo.

 

Para mí han sido las mejores colonias que había hecho nunca, han sido muy divertidas y por si fuera poco en tres días aprendimos a hacer Snow cosa que algunos veíamos imposible. Todos nos lo pasamos muy bien, algunos más que otros, está claro, ya que algunos acabaron algo lesionados, pero sin duda fue una experiencia inolvidable.

 

 

Didac Amancy, Laura de Tovar, Carla Rifé y Robert Ocón, Adrià Gálvez

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