El humano y la bestia

Per A. Estofan i E. Martínez, 1r BTX

La película Hacksaw Ridge (Hasta el último hombre), estrenada en 2016 y dirigida por Mel Gibson, nos traslada al 1945 a las playas de Okinawa, donde un soldado estadounidense llamado Desmond Doss, personaje real que vivió entre el 1919 y el 2006, no dispara ni una sola bala contra el enemigo, salvando la vida de miles de soldados y la suya propia. Esto refleja el sentimiento altruista del ser humano que prioriza salvar la vida de sus compañeros con la paz y no la violencia sin recibir nada a cambio, mostrando así que el hombre no es violento por naturaleza.

A pesar de lo que nos muestra la película, la información que recibimos a partir de los medios nos dan otra visión del ser humano, ya que continuamente surgen conflictos bélicos, donde la violencia es el protagonista principal. Podemos tomar  como  ejemplo la evolución. Lo que supuestamente nos diferencia de los animales es nuestra preferencia por una vida más “pacífica” basada en la palabra. Aunque una cosa es la teoría y otra es la práctica. Si bien los humanos suelen recurrir a la palabra para resolver conflictos, más de una vez acaban utilizando la violencia. En cambio los animales siempre han luchado por subsistir, sin contar con la palabra siguiendo la ley del más fuerte. Entonces, ¿La naturaleza del hombre es ser violento sin intentar dialogar como ocurre entre los animales?

Nuestra opinión al respecto es que al hombre le es más fácil recurrir a la vía violenta debido a su instinto de supervivencia que a la vía de la palabra. Comparte con los animales, el instinto básico de la violencia. Si esta violencia se lleva al extremo puede dar lugar al racismo, machismo, xenofobia, antisemitismo….

Profundizando más en el tema, en primer lugar podemos observar como la violencia siempre ha formado parte del hombre teniendo implícita una parte positiva, donde el más fuerte es el mejor.  En este sentido, Mahatma Gandhi, político y pensador del Raj Británico (India) (1869-1948), afirma: “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”. Esta cita viene a confirmar  que el hombre es violento por instinto y hace lo necesario para conseguir lo que se propone, sin importarle los medios utilizados para ello. Tomando este argumento podemos establecer una conexión con el suceso ocurrido  durante el Holocausto dirigido por el caudillo de la Alemania nazi, Adolf Hitler, donde murieron aproximadamente 18.653.000 personas de diferentes nacionalidades y etnias. En los campos de concentración nazis los prisioneros vivían en condiciones inhumanas que en muchos casos les llevaron a una muerte dolorosa y lenta. Todo este sufrimiento nos muestra que el hombre es muy fuerte y tiene una gran capacidad de adaptación, ya que a pesar de todas esas barbaridades hubo supervivientes como es el caso de Viktor Frankl (1905 – 1997), judío de nacionalidad austríaca que describe, en su libro El hombre en busca del sentido (1946), cómo era la vida en un campo de concentración dividiéndola en tres fases: La primera fase, la entrada en el campo, la segunda, la vida en el campo y la última, la liberación por parte de los aliados al final de la contienda.

En segundo lugar, a pesar de estos hechos, no podemos olvidar que el hombre también es capaz de superar su instinto de supervivencia y mostrar su faceta más humana, anteponiendo su propio interés al bien común y actuar de forma altruista. Como decía el filósofo macedonio Aristóteles (384-322 a.C): “No es suficiente ganar la guerra, es más importante organizar la paz”. Este pensamiento solo puede ser posible gracias a la parte racional del hombre y al hecho que los animales no la tienen. Una prueba de la bondad del hombre es la famosa Tregua de Navidad durante la primera Guerra Mundial (1914), durante la cual alemanes y británicos dejaron de disparar sus armas para celebrar la Navidad, dejando a un lado sus enfrentamientos, reuniéndose cantando y compartiendo experiencias, creando un espíritu navideño y olvidándose de la batalla.  Aun así al día siguiente, volvieron a la realidad, regresaron a su faceta más animal tiñendo de rojo  el campo y convirtiéndolo en un paisaje propio de un relato de terror.

Desde el principio de los tiempos, la especie humana nunca se ha cansado de luchar entre sí, y en numerosas ocasiones estos combates han conllevado  la muerte de incontables vidas inocentes. Esto lo podemos ver reflejado en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Durante esta guerra que sacudió Europa y el mundo entero, se perpetraron crímenes de guerra inimaginables contra la humanidad. Estas barbaridades, no se limitaron a Europa. Durante la ocupación de China por parte  de Japón, el Escuadrón 731 en Manchukuo llevó a cabo experimentos con seres humanos para comprobar el nivel de resistencia al dolor, provocando enfermedades ya inexistentes, practicando la vivisección o amputando miembros sin anestesia.

Finalmente, podemos concluir que el hombre tiene una naturaleza dual: pacífica y, a la vez, destructiva. A lo largo de la historia de la humanidad, se ha perpetuado  la idea del pensador italiano Maquiavelo (1469 – 1527)  que afirmaba que “el fin justifica los medios”. En otros casos el hombre también ha sido capaz de actuar con toda bondad y dejar de lado su aspecto más cínico y frio, aunque no suele ser lo más habitual. El humano tiende a mostrar su parte más fría y menos vulnerable, consiguiendo refugiarse y protegerse del exterior. Entonces, ya que el hombre tiene la capacidad de razonar antes de actuar, ¿por qué no utiliza como primera opción la palabra en vez de utilizar la violencia?