REVISTA – RELATO COLECTIVO – 3r d’ESO

RELATO COLECTIVO

Los alumnos de tercero de la ESO han escrito, entre todos, fragmentos de un relato. Los textos elegidos -de Gina Osorio y Lídia Gamero- han configurado un cuento que presentamos. Felicitamos también la calidad de los textos de Alba Altarriba, Elba Batista, Júlia Mas y Marina Puig.

ASUSTADO

-“¡Riiiiing!”- suena el timbre-, es hora de irse, me echo a correr como cada día, me persiguen, me siento nervioso y me meto en el bosque, corro como si no hubiera un mañana, las ramas me arañan los brazos y, mientras, oigo cómo ellos se ríen. Me empiezo a cansar, cada vez voy más lento, ¡me atrapan!, sigo sin mirar hacia atrás, pero ellos llegan antes.

Me golpean mientras los otros graban con los móviles, me siento solo, asustado y sin recursos, pero no tardan mucho en irse, me quedo quieto en el suelo, sin mover ni un dedo. Mis padres no están.

Al llegar a casa me voy al baño, estoy sangrando y me limpio la herida. Estoy harto, cada vez me da más miedo volver a clase por si me pasa algo peor que el día anterior. Sé que tengo que hacer algo pero no puedo.

Me pongo a jugar a la consola para distraerme de todo lo ocurrido. Es hora de irme a dormir pero no puedo, solo pensarlo me pongo enfermo, es hora de idear un plan para que me dejen tranquilo, ¿pero cuál?, me duermo profundamente, mañana será un nuevo día.

Me levanto, me dirijo hasta el coche y me siento en el asiento que solía ocupar mi madre. Mis padres siguen sin aparecer. Es extraño pensar que en un solo instante se puede estropear toda tu vida, en ese momento mi existencia se basaba en preguntas. Bajo del coche, sabía que ahí sentado no podría solucionar nada.

Corro con todas mis fuerzas dirigiéndome hacia la nada. Encuentro un pueblo y al momento me siento aliviado. Sin embargo el terror vuelve al descubrir que era un pueblo fantasma, no vivía nadie, no se podía sentir ni una sola presencia. El miedo me invade el cuerpo y me deja totalmente paralizado, asustado.

Oigo ruidos pero no sé de dónde vienen, la niebla tapa todo el panorama y hace que sea más difícil avanzar. Empiezo a sentir desesperación, angustia, estrés… esto no podía estar pasando. ¿Por qué a mí? me preguntaba constantemente. Las lágrimas brotan de mis ojos y recorren mi rostro con delicadeza.

Me despierto. Me encuentro en una cama ajena, la cual nunca antes había visto. Estoy tumbado, pensando, ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? Ahora sé que el que está asustado es el que pregunta y la pregunta es la que nos conduce hacia el miedo.