Paseando por el Poblenou

Per Uxue Iraizoz, 3r ESO
Concurs literari: Premi prosa castellana

Hoy, sí hoy, una preciosa mañana de domingo de primavera, he salido a pasear por la Rambla del Poblenou. Mientras iba dirección al mar me he dado cuenta de que había mucha gente diferente, gente joven, gente mayor, unos con sillas de ruedas, otros con patinetes, otros que paseaban tranquilamente, unos que corrían, otros que paseaban el perro, padres con sus hijos, hijos con sus padres …

Me he ido fijando en lo que, normalmente me pasa desapercibido, pero hoy, no sé por qué he observado detalles que me han llamado la atención. Mientras entraba en la Rambla había una señora que regañaba a su perro porque no quería caminar. Le decía que si no caminaba, irían a casa y, lo más fuerte es que parecía que el perro lo entendía ya que se ha puesto a caminar como si nada. En cada cruce de la Rambla hay una rotonda y en una de ellas dos abuelas se saludaban como si llevaran años sin verse. En otras rotondas había otros ancianos mirando cómo pasaba la gente; parecían espectadores viendo una función de teatro. Cuanto más me adentraba en la Rambla más bares veía y más música oía. En otra de las rotondas había un piano donde la gente se sentaba y tocaba. Mi madre me ha dicho que es por lo del concurso de María Canals y que cada año lo hacen. También había las típicas paraditas de artesanía. Me ha sorprendido ver, cada pocos metros, unas placas en el suelo que homenajean a personajes que han tenido alguna relación con el Poblenou. También se veían niños jugando entre ellos, gente patinando y disfrutando de un día como el de hoy. Las terrazas de los bares comenzaban a llenarse de gente tomándose unas patatas bravas o leyendo el periódico.

Cuando por fin he llegado al mar, he percibido que la gente tiene ganas de que llegue el buen tiempo. Estaba lleno de gente, algunos tomando el sol, otros, más osados, nadando, otros haciendo yoga o deporte, jugando a voleibol, frisbee o a fútbol. Al fondo se veían un montón de barquitas de vela que llenaban el mar.

De repente unas nubes se han apoderado del cielo y el sol se ha ido. De vez en cuando unos pequeños rayos de sol salen, pero cuando estos rayos se van, una ventolera fresca del norte nos invade. Cuando el viento ya ha empezado a ser molesto, he decidido hacer el camino de vuelta a casa.

De subida he seguido viendo algunas de las personas que había visto antes. Otros habían cambiado, como por ejemplo un camarero que iba cantando en voz alta mientras llevaba una bandeja en la mano. ¡Qué feliz se le veía!

Si el viento y las nubes no hubieran hecho la pascua seguro que hubiera podido ver un cambio en las terrazas de los bares. Las patatas bravas y las cervezas seguro que hubiesen sido sustituidas por platos de paella, fideuá o menús diversos, con gente diferente y situaciones diferentes que, por desgracia, no he podido observar.

Tendré que esperar otro domingo para volver a pasear por la Rambla del Poblenou y descubrir…