Redacción 2: Un incidente inesperado (Albert)

Cuando el semáforo se puso en verde, el nuevo conductor arrancó el coche calle abajo hacia la dirección que el pobre ciego le había indicado. El pobre hombre no dejaba de llorar y repetir las mismas palabras: ¿qué va a ser de mí a partir de ahora?

El conductor miraba de tranquilizarlo diciéndole que seguramente esta ceguera sería pasajera, causada por el estrés del día a día y que se le pasaría. El conductor insistió en llevarle al hospital para que le viera un médico. No debe perder el tiempo, señor. A diez minutos hay un hospital donde puede ingresas en urgencias.

El ciego no dejaba de respirar rápidamente, y en unos minutos empezó a sudar y gritar. Un ataque de ansiedad. El conductor empezó a preocuparse y giró en la siguiente calle, rumbo al hospital. En la calle de al lado del hospital, en el último semáforo, todo blanco.

El nuevo conductor se perdió en un mar de niebla. No podía distinguir los colores del semáforo. Se giró sin poder ver a su acompañante que todavía lloraba y simplemente le dijo: ” Me parece que no solo usted tiene un problema….”

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