La falta de autonomía pasará factura a los más protegidos (Vladimir Godnik).
En el 2008 Álex, un profesor universitario de Barcelona, visitó Estados Unidos por motivos de trabajo. De aquel viaje no se le olvidará nunca esta escena, que tuvo lugar en una librería de Washington, la capital.
“Estaba con Núria, una colega, y caminábamos por un pasillo entre las estanterías. Había un niño, de unos once años, ojeando un libro, que nos bloqueaba el paso y Núria le tocó el hombro, levemente, para apartarlo”. Fue un gesto casi automático, de hecho, el niño “apenas se dio cuenta”, describe Álex: “Pero la madre… ¡Ella sí se dio cuenta!”, recuerda. “Apareció de repente y se puso a gritarle a Núria como una posesa, diciéndole que cómo se atrevía a tocar a su hijo y, que si lo volvía a hacer, iba a llamar a la policía… Nos quedamos de piedra”.
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