Las ninfas

Las ninfas

Francisco Umbral

«Ocurre, pues, que uno perdona su propio destino, se instala en él, acepta su excepción en la desgracia, su desgracia en la excepción, pero cuesta aceptar la desgracia y la mentira de aquello que habíamos creído una zona exenta e inalcanzable de la vida, el ideal que nos consuela siquiera con su existencia, aunque no tengamos acceso a él. La desesperación empieza cuando comprobamos que no hay ideal, que no hay zócalos de luz donde habiten seres privilegiados, criaturas afortunadas. El hombre es generoso, a pesar de todo, y renuncia a su felicidad y a su vida con tal de que le dejen creer que la felicidad existe en algún sitio y para alguien (en el cielo para los cristianos, en el futuro para los progresistas). Es una forma de salvación individual en la salvación colectiva y venidera de la humanidad. Lo que se tarda en aceptar, lo que se acepta sólo con la madurez, es que no hay salvación para nadie en ningún sitio, que no hay una franja mágica de vida donde se detiene el tiempo y se es feliz para siempre […]. Perdida la infancia, perdida la religión, mi franja de un incoloro casi verde estaba en la literatura». 

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