Era un día luminoso y despejado, aunque el día anterior había llovido copiosamente. Como habíamos quedado en la entrada de la estación a las 15 horas, nos reunimos la mayoría para esperar a los últimos en llegar. A las 15.10 horas entramos al andén para coger el tren que nos llevaría a Gavá, ciudad que alberga el museo que íbamos a visitar.
Ya en el destino, todavía nos quedaba un buen rato andando, subiendo la rambla donde se encontraba el Museo Arqueológico de Gavá. Llegamos con tiempo de sobra, así que decidimos tomar algo en una cafetería cercana al lugar. Después de que la profesora nos tomara una foto para inmortalizar el momento, procedimos a entrar al museo.
El guía que nos iba a acompañar por el museo nos informó de que debíamos depositar los bolsos en un carro, cosas del protocolo, por otro lado justificable. Seguidamente, nos comentó brevemente el acontecimiento del descubrimiento de las minas y que estaba a nuestra disposición para contestar a cualquier pregunta sobre la historia del Neolítico (periodo al cual pertenecen dichas minas).
Entramos en una sala donde había una vitrina con una especie de roca de color verde azulado y se escuchaba una voz explicando todos los precedentes al descubrimiento, mientras en una gran pantalla se proyectaba un video en el cual se veían imágenes de dicho descubrimiento.
Al acabar, el guía nos condujo a otra gran sala con diferentes módulos con vitrinas en las que se exponían los diferentes elementos del Neolítico, como parte de esqueletos, diferentes tipos de vasijas de la época y ornamentos realizados con variscita (un mineral muy apreciado por los habitantes de aquel tiempo).
Aunque lo que más impresionaba era los grandes pasadizos formados por los túneles subterráneos excavados hace aproximadamente 6000 años.
El guía nos mostró diferentes piezas del Neolítico para explicarnos cómo se las ingeniaban entonces para sobrevivir. Entre dichas piezas había una especie de puntas de lanza fabricadas con sílex (un mineral), varios collares hechos con variscita y una piedra pulida y moldeada para, con grasa animal, poder mantener el fuego encendido para alumbrarse. También fue impresionante descubrir que en aquella época ya se utilizaban ciertos tipos de medicamentos, como por ejemplo el opio.
Seguidamente, entramos en otra sala donde pudimos ver una recreación tridimensional del modo de vida de los antiguos habitantes y los hologramas en miniatura fueron una grata sorpresa. En otra sala, se proyectó un mini documental sobre cómo se organizaban en su vida y cómo enterraban a sus muertos.
Nos explicaron el poder que ejercía (o que ellos consideraban que ejercía) la variscita sobre los fallecidos. Pensaban que los ayudaba a la regeneración, a la vuelta a la vida, debido a su color verde, igual al de la naturaleza que se renueva año tras año.
Algunos de los que íbamos aprovechamos para hacernos fotos en las cuevas y al acercarnos a la salida algunos se despistaron y se fueron por otro pasillo, aunque el guía se percató y volvió para alertarles.
María Marchal
GES 2
