“Hi va haver una època que escrivia molt perquè em passaven moltes coses”: Inmaculada Ferrer, guanyadora del concurs “Relats breus de l’Absurd”

Entrevista feta per Teresa Vilalta, Alejandro Hidalgo, Alin Panessi i Juan Manuel Roldán

La professora Inmaculada Ferrer guanya el premi de la segona edició del concurs de “Relats breus de l’absurd”, que organitza l’àmbit de Llengües des del curs 2017-2018. Per aquest motiu, els alumnes de la “Revista digital” hem volgut fer-li una bona entrevista.

 

  • Per què vas voler participar en el concurs?

 

Perquè és un concurs impulsat per l’àmbit de Llengüies, i també perquè a mi m’agrada escriure. Va ser com una excusa perquè a vegades em fa mandra escriure i així hi tenia un al·licient.

 

  • T’agrada escriure?

 

Sí, malgrat que abans escrivia més, perquè estava trista o perquè passava alguna cosa que volia recordar. Recordo haver escrit relats. En general, m’agradava escriure i dibuixar.

 

  • Tens més coses escrites?

 

Sí, vaig tenir una època que escrivia molt perquè em passaven moltes coses. De fet, el relat que vaig presentar al concurs, l’havia escrit anys enrere i com que no tenia molt de temps per escriure’un un de nou per al concurs, el vaig tornar a reescriure.

 

  • Quins són els llibres que més t’agraden de llegir?

 

No tinc un llibre preferit en concret, sinó que en tinc uns quants que m’agraden. Quan estudiava el grau universitari, em va agradar molt la literatura medieval. Altres llibres moderns que també m’agraden són: “Corazon tan blanco” (de Javier Marías) i “El dios de las pequeñas cosas” (d’Arundhati Roy). 

 

  • A l’escola vas guanyar cap premi?

No em presentava als concursos de literatura, però quan a classe fèiem una redacció m’agradava llegir-la en veu alta. Ah! Recordo haver guanyat un concurs de dibuix.

El conte amb què va guanyar el concurs:

EL OLVIDO

Escrit per Inma Ferrer

Son quizás los cuarenta años de Julia los que la empujan a entrar en aquella tienda, antes ha dado alguna vuelta alrededor de la misma, se lo ha pensado, lo ha descartado y ha vuelto a decidir, finalmente, que entraría. Qué más da, pregunta y si no le convence se puede dar media vuelta y seguir con su vida, si a lo que ahora está viviendo se le puede llamar así.

  • Hola, buenos días
  • Buenos días – contesta el hombre que está al otro lado del mostrador.

Observa Julia los estantes donde se distribuyen frascos de muchos colores, herméticos, asépticos y brillantes, anodinos, expuestos abiertamente sin decir nada, guardando dentro de su color un simbolismo para ella desconocido.

  • ¿Le puedo ayudar en algo?
  • Pues…bueno…querría informarme sobre sus productos….
  • ¿Dígame, cuál es su preocupación, cuál es su dolor? – Pregunta el hombre, acostumbrado a tener que hacer esta pregunta extraña y directa a los clientes que por primera vez entran en la tienda.

Julia se siente un poco incómoda, no está acostumbrada a hablar de algo tan íntimo con un desconocido y más si está detrás de un mostrador.

  • Tranquila, es mi trabajo, no se preocupe, nadie más que yo la escucha, puede hablar tranquilamente.
  • Sí, claro….
  • .
  • Tengo mal.., mal… de amores.
  • Bueno, nada fuera de lo normal. Por extraño que le parezca es uno de los dolores más comunes que tratamos aquí.
  • ¿Ah sí..?
  • No es el único, no se equivoque, hay mucha gente que viene por dolor ante un fallecimiento, este, desgraciadamente también es muy común. Otros porque odian a alguien, los hay que sienten repugnancia por una persona con la que tienen que tratar a menudo. No es lo mismo el odio que la repugnancia, no se piense, son diferentes partes del cerebro las que se ven involucradas en el proceso de estas emociones.
  • ¿Y el remedio es diferente?
  • Claro, no es lo mismo olvidar a alguien querido que a alguien a quien detestas, hay que tocar puntos del cerebro muy diferentes.
  • No sabía…..
  • Es normal, para eso estoy yo aquí, para explicarle. Pero.. dígame, ¿el dolor es muy fuerte?
  • Inaguantable, no puedo concentrarme en nada, me siento inmensamente triste y no veo el final de esta situación.
  • No crea que se lo pregunto porque sí. Le explico, tenemos remedios más suaves y otros más drásticos.
  • ¿A qué se refiere?
  • Pues que Vd. puede elegir entre olvidarse un poco u olvidarse para siempre de la persona que le causa este pesar tan insoportable.
  • ¿Para siempre?
  • Sí, para siempre.
  • ¿Quiere decir ni siquiera recordaré las cosas buenas?- dice casi en un sollozo.
  • Exactamente, todavía no se ha inventado un olvido que distinga entre recuerdos buenos y malos acerca de una misma persona.
  • Pero olvidarse del todo…. también me da mucha pena –vuelve a sollozar.
  • Piense que sólo sufrirá en el momento de tomar la decisión, luego se olvidará, olvidará el mal que le haya hecho, olvidará que un día quiso a esa persona, su olor, su risa, sus palabras, todo lo concerniente a él no tendrá ningún significado. Es más, lo podrá ver por la calle y ni siquiera lo reconocerá. Es una opción muy buena cuando no hay nada que los une, hijos o cualquier otro bien material sobre el que tengan que discutir. ¿Es este su caso?
  • Sí, no nos une ya nada, eso es lo malo- dice melancólica y triste.
  • Pues entonces no se lo piense, mujer, es lo mejor.
  • ¿Y no tiene efectos secundarios?
  • Sí, que se puede volver a enamorar de otra persona porque ya no sentirá ningún dolor ni necesitará esperar un tiempo a rehacerse.
  • Bueno, tampoco es un efecto secundario desdeñable.

Se quedan en silencio, ella lo mira como si buscara alguna respuesta de otro tipo, él, paciente,  espera, luego se gira, coge dos frascos y los pone sobre la mesa.

  • Aquí los tiene: olvido leve u olvido definitivo.
  • Está bien, no puedo más, elijo el olvido definitivo, será lo mejor, no puedo seguir en este estado de desasosiego.
  • ¡No se arrepentirá!
  • Confío en Vd……

Julia sale de la tienda llevando en la mano un frasco de color lila, el color del olvido de amores aún vivos e imposibles, tipo definitivo, sin marcha atrás.

Camina tranquila, confiada, como quien ya ve el final de un túnel, se detiene, abre el bolso y saca un billetero, del interior del billetero extrae una foto, se sienta en un banco y la contempla: en la foto está ella junto al dependiente de la tienda, se les ve felices, enamorados…ella piensa en alto.

  • Carlos, cuánto tiempo…. veo que el remedio funciona, tú eres la mejor prueba, siento todo el mal que te hice. Ahora me toca a mí…….

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