Guanyadores Sant Jordi 2018. Categoria Narrativa: Shakira Flores i Mamassa Dukuray

Guanyadora: Shakira Flores

Recuerdos robados

Un chico llamado Lucas era feliz porque él tenía una familia estupenda, una mujer y su querido y adorable hijo Pedro.

Un día, estaba durmiendo junto al lado de su esposa, cuando de repente oye zumbidos de mosquitos.

Él rápidamente abre los ojos y ve un mosquito volando por encima de su cabeza, lo intenta pillar pero es imposible, él intenta despertar a su mujer, ve que no despierta. Tenía un mosquito en la frente, le estaba borrando los recuerdos.

Ya hacía años que se habían comercializado aquellos mosquitos que absorbían recuerdos. Aunque el estado los había prohibido, aun eran muchas las personas que los tenía escondidos y los usaba durante la noche. En los últimos meses Lucas había olvidado varios episodios en su vida debido a picotazos de estos mosquitos.Su marido le dio una guantada para despertarla, su mujer despertó y se levantó como una loca a correr por los pasillos. Su hijo Pedro, muy asustado, le comenzó a gritar MAMAA!!!! QUÉ TE PASA!!?. Ella estaba asustada porque no sabía quiénes eran, Lucas le empezó a gritar. Ella muy asustada dijo que no sabía quién eran ellos. Su hijo salió de casa y vio cómo los pequeños mosquitos iban hacia la casa de su vecino Adrián.

Adrián era un vecino de toda la vida pero era muy desagradable, tenía actitudes muy extrañas y solitarias. Un día Lucas volvía de comprar i vio que la puerta de Adrián  estaba abierta. Le resultó muy raro ver que la puerta estaba abierta. Entró, y vio que en un cuarto estaba Adrián tirado en el suelo como si le hubiese dado un infarto. Cuando fue a socorrerlo vio en los armarios de la habitación un gran número de botes llenos de recuerdos, estuvo un rato mirando, y vio los frascos de casi todos los recuerdos de los vecinos, uno de ellos era el suyo, miró su frasco y vio algunos de sus recuerdos pero entre ellos habían malos. Se planteó si beberse los recuerdos o no, porque no quería tener sus recuerdos malos y ve cosas que no le interesa. Deja ahí a Adrián tirado porque no le pareció bien lo que hizo. Lucas sale de la casa, cierra la puerta y se va para su casa que está enfrente. Cuando va abrir su casa se gira para mirar la casa de Adrián un segundo y ve que Adrián lo está observando desde la ventana…

Shakira Fores Venezuela (3r d’ESO)

Accèsit: Mamasa Dukuray (3r d’ESO)

Estamos en el año 3020 y no imagináis cómo han cambiado las cosas…

Hace más de 1000 años creíamos que los robots nos harían la vida más fácil, al principio sí, pero los creadores de los robots no pensaron que las cosas acabarían así. Han pasado ya 100 años  desde que los robots se rebelaron contra los humanos y tomaron control sobre ellos y parece ser que la tierra ya no estarà habitada de humanos felices, sino de humanos tristes, que además han perdido las ganas de vivir. Mi familia y yo vivimos encerrados en una diminuta cabaña en el bosque. El agua que bebíamos no era potable, pero era lo único que teníamos. Desde que era pequeña, crecí en una casa en la que no podíamos levantar el tono de voz por miedo a que la policía robot nos descubriera. Actualmente yo, mis padres y mi abuela somos los únicos humanos que quedan en la tierra.

-Sandra, sal ya de la habitación y vete a comer, se te va a enfriar la comida-Dice mi madre en la puerta susurrando.

-Ya voy.

Bajo al comedor y veo que mis padres ya están sentados en la mesa pero con una cara bastante más seria de lo normal, pero decido no preguntar. Al cabo de un rato por fin mi padre habla.

-Sandra, tengo que decirte una cosa muy importante. Tenemos que irnos de esta cabaña. Este sitio ya no es seguro, creo que la policía robot sabe que vivimos aquí. Ayer  me llamó la abuela y me dijo que viniéramos a Francia para vivir con ella, así estaremos más seguros.

-Esto es muy repentino, hace poco que nos mudamos aquí. ¡¿Sabes cuánto me ha costado acostumbrarme a vivir en el bosque y vivir en una diminuta cabaña?!

-No chilles por favor, nos pueden encontrar.

Cerré la maleta con tristeza y con una diminuta esperanza de que la vida en Francia sea mejor. Cuando llegamos al aeropuerto, nos escondemos en un lugar en que no nos vea nadie y nos disfrazamos de robots. Mi padre es un ingeniero y creó una máquina que crea una proyección sobre los cuerpos que nos hace parecer un robot y funciona para confundirlos, por eso no se dan cuenta de que en realidad somos humanos.

Cuando entramos en la casa de mi abuela, no podíamos creer lo que estábamos viendo. Por dentro, la casa está toda destruida y no había ningún rastro de la abuela.  En el suelo hay una carta, abro el sobre y veo que es de mi abuela. Leo lo que dice y pone “Cuando leáis esta carta marcharos de aquí corriendo y buscad un refugio. La policía robot ha encontrado mi casa y no he tenido otro remedio que escapar. No os preocupéis por mí de alguna manera estaré bien. Por favor no dejéis que la policía os encuentre, sino os convertireis en esclavos de los robots”. Les enseño la carta a mis padres y veo que a mi madre casi se le salen las lágrimas. Escuchamos unas voces y no podría ser otra cosa que la policía. Salimos corriendo de la casa y nos adentramos al bosque.

Estoy desayunando una fruta rara que he encontrado en el bosque, la verdad es que està asquerosa pero no hay otra cosa para comer. Mi madre se ha puesto enferma y está durmiendo en la tienda y mi padre se ha ido a buscar comida. Decido ir a pasear por el bosque. Al cabo de un rato de estar paseando sin rumbo, me doy cuenta de que estoy perdida. En ese momento aparece una persona y me dice.

-¿Estás perdida?

– Sí.

– ¿Cómo te llamas?

-Sandra ¿y tú?

– Yo, Carlos. ¿Quieres que te ayude a encontrar a tus padres?

-Sí, por favor.-Lo digo pensando que no me queda otra que confiar en él.

Después de 15 minutos encontramos la tienda.

-Sandra, ¡¿Se puede saber dónde te habías metido?! Estábamos a punto de ir a buscarte. – Dice mi madre.

-Lo siento.

-¿Quién es este hombre?

-Soy Carlos encantado de conoceros, tengo algo muy importante que contaros. Soy un militar y tengo la misión de llevar a los humanos a un escondite donde los robots no conocen.

Mis padres y yo le miramos impresionados por las tonterías que estaba diciendo. Nosotros somos los únicos humanos que aún no han sido exterminados por los robots.

-Sé que es difícil de creer, pero por favor confiad en mí.

Estamos entrando por un túnel secreto que al parecer nadie conoce. Al cabo de un rato llegamos al escondite y no me puedo creer lo que estoy viendo. El escondite parece una ciudad y hay mucha gente. Llegamos a una casa que al parecer se convertirá en la nuestra y cuando entramos vemos a la abuela.

-Veo que ya os han encontrado, no sabéis cuánto me alegro- dice con lágrimas en los ojos.

– Esta casa a partir de ahora es vuestra, ya no hace falta que estéis asustados de los robots, aquí estáis seguros. Pero no viviréis aquí por siempre, algún día lograremos vencer a los robots. ¿Alguno de vosotros quiere hacerse militar y ayudar en la misión de exterminación de robots?

Mis padres y yo decidimos luchar también contra los robots, para acabar con el dominio de los robots y que los humanos vuelvan a ser libres.

Mamasa Dukuray (3r d’ESO)

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