En algún lugar
Buenas noches,
Tú no me conoces, pero yo a ti sí. Te preguntarás el porqué de esta carta. Te lo voy a explicar, y de paso te explicaré por qué estás en la cárcel 
acusado de asesinato. Todo empezó la mañana de un sábado frío y lluvioso, esa mañana yo me había levantado con la determinación de acabar con la vida de mi vecino de arriba.
¿El motivo? Ya no soportaba por más tiempo sus atronadores ronquidos que me mantenían despierto noche tras noche, supongo que estar sin dormir un mes me volvió loco. Como podrás comprender, no quería ir a la cárcel, así que me propuse planificar durante mis largas noches de insomnio quién podría ser el chivo espiatorio de mi crimen.
Aquel sábado me levanté y salí a la calle. La falta de sueño me condujo hasta una cafetería. Y allí te vi. Eras tan violento, tan maleducado, tenías tan poca paciencia, los clientes te miraban con tanto respeto que no tuve duda, tú me liberarías de la cárcel. El cómo lo hice para inculparte será un secreto que me llevaré a la tumba. No quiero arriesgarme que con tanto detalle acaben dando conmigo. Solo decite que te investigué lo suficiente como para estar convencido de que nadie en este mundo te echaría de menos, ni siquiera tu perro, al que no podrás negarme que maltratabas día sí, día también y que, por cierto, me he quedado aunque sé que poco te importa. Como podrás comprobar, con este último acto que te acabo de confesar, no soy mala persona. Sencillamente el hecho de haberte culpado ha sido un acto de supervivencia. Ahora que ya duermo a pierna suelta solo puedo agradecerte que hayas existido.
Gracias,
2º 2ª
Autora: Sandra Dolz 3r
