Estaba la hormiguita jugando con unas flores y su mamá.
-¿Mamá, otra vez lechuga y verduras? ¡A mí no me gustan las verduras!- dijo la hormiguita.
Su mamá le explicó que las verduras eran buenas para su organismo y otros alimentos como los dulces y las carnes rojas le harían daño a su salud.
La hormiguita no hizo caso y salió de casa hacia el restaurante de comida rápida que quedaba cerca del parque. Allí se metió por una ranura de la pared y fue directa a las carnes y helados y se dio un gran banquete. Volvió a casa redonda como una pelota y su color pasó de ser negro a amarillo de lo pálida que estaba. Cuando su mamá la vio, se preocupó mucho porque se veía muy enferma. Entonces llamó al doctor y cuando llegó le tuvo que hacer un lavado de estómago que la dejó vacía y tuvo que inyectarle suero para hidratarla. En definitiva, fue una tarde muy dolorosa para la hormiguita.
Después de ese día hizo caso a su mamá para no volver a sentirse tan mal.
DEBEMOS ESCUCHAR LOS CONSEJOS DE NUESTROS PADRES Y CUIDAR NUESTRA ALIMENTACIÓN PARA NO ENFERMARNOS.
muy chula!!!