Dublín 2018

 

Óscar Grijalba Martínez

Durante mi estancia de dos meses en Dublín (Abril y Mayo) obtuve una grata impresión de Irlanda y su gente. Hay una gran aceptación hacia otras culturas y etnias. Están bastante integradas en la sociedad y el gobierno prácticas políticas de integración y acogida.

En principio tuve bastantes problemas para encontrar alojamiento, ya  que es un  grave  problema de  la  ciudad  y  los  precios son desorbitados. Llegué allí con solo tres noches reservadas y decidí buscarme la vida, ya que por internet realizan bastantes timos en cuanto a los envíos de dinero, la propiedad del inmueble, etc.

Así que decidí visitar yo mismo los apartamentos de alquiler. Me comentaron luego que fui bastante suertudo al encontrar un apartamento al día siguiente de mi llegada.

Viví con un abogado que alquilaba una habitación y mi convivencia con él fue genial, incluso me hizo un descuento al marcharme, por lo que  acabé pagando muy poco dinero en relación la ubicación (muy céntrica y tranquila) y las prestaciones del piso (habitación grande, finca cerrada, todos los servicios…). Además podía ir a la escuela caminando, ya que solo estaba a 15 minutos.

El centro en el que trabajé de voluntario, por ejemplo, se dedica a preparar a alumnos inmigrantes y refugiados de entre 12 y 17 años  a prepararse para asistir a la escuela secundaria en Irlanda.

El centro llamado CDETB (City of Dublin Education and Training Board), por la asociación que trata de integrar y facilitar la adaptación de jóvenes extranjeros sin recursos en el país, dependía a su vez de otra asociación llamada Bradóg que era la propietaria del inmueble que se utiliza de escuela. Ambas dependen económicamente de las ayudas del estado y de aportaciones privadas.

Bradóg, en su caso, es una entidad de carácter regional que desde 2004 sirve de apoyo a la juventud del país realizando actividades y talleres a cargo de trabajadores sociales y voluntarios. Se ocupan de los chicos más vulnerables de la sociedad, instruyéndoles en oficios para, en un futuro, facilitar su inclusión en el mercado laboral. Además les ayudan a ponerse en contacto con servicios sociales y con cualquier otro aspecto burocrático.

El CDETB, por su parte, se ocupa de los aspectos más educativos para los chicos, aunque también cuenta con trabajadores sociales (llamados Youth Workers) que se ocupan de cada caso y de las familias cuando llegan al país y piden asilo político.

Tuve la fortuna de ser invitado a las oficinas de uno de estos “trabajadores de juventud” que me explicó cómo funciona la admisión de extranjeros en el país: En primer lugar, para ser aceptados como refugiados, deben demostrar que sus vidas corren peligro en su país de origen, ya sea por guerras o motivos religiosos o de etnia. Para esto pasan diversas entrevistas y se ponen en contacto con el país de origen cuando es posible y disponen de documentación. Pasan entonces a vivir en un centro de acogida en la hay otras familias y donde pueden llegar a residir entre 600 y 1000 personas. Su actividad en  el país depende entonces del sello que contenga su pasaporte, hay 6 distintos y algunos con subdivisiones. Indican el tiempo que puedes pasar en el país y las actividades que puedes realizar (trabajar o estudiar). Entre el tercer y cuarto año de residencia, pueden pedir la ciudadanía.

Volviendo a las actividades del CDETB, se ocupan tanto de instruir a chicos adolescentes como a la educación adicional para adultos (entre 18 y 23 años), a dar clase en prisiones, a ayuda psicológica y a organizar eventos culturales y deportivos. Tienen 23 escuelas en marcha, alrededor de 30000 alumnos y más de 3000 personas colaborando con ellos.

Nuestra labor en la escuela es la preparar a los alumnos para la escuela secundaria en Irlanda. Muchos de ellos llegan sin hablar el idioma, por lo que la mayoría de las clases son de inglés. El resto son clases de matemáticas y geografía, pero sobre todo lo que se busca es la inmersión total de los alumnos en el sistema, ya sean de África, Asia, Europa, cristianos, musulmanes… es un modelo inclusivo. Se les educa tanto en teoría como en educación, costumbres y hábitos del sistema Irlandés.

Así, nuestros 44 alumnos se dividen en 4 grupos, atendiendo el nivel de comprensión y uso del lenguaje. No tiene en cuenta la edad u origen del alumno, sino su habilidad con el idioma. Se les enseñan las tradiciones, cultura popular y forma de comportarse en la  escuela en el futuro. Como máximo permanecen un año en esta escuela, dependiendo de su progresión y se les va subiendo de un grupo a otro, exigiéndoles más de forma progresiva. En el grupo 1, por ejemplo, cuando llegan alumnos nuevos se les separa en dos grupos para que los que tengan conocimiento 0 del idioma no vayan tan perdidos.

También realizamos actividades fuera de la escuela con estos alumnos: fútbol, escalada, atletismo, cocina, talleres de bicicletas… Incluso durante dos días fuimos a una casa de colonias en otro condado para hacer actividades al aire libre y ayudar a sociabilizar a los chicos entre ellos y con monitores de fuera del centro.

Una vez a la semana los alumnos del grupo 3 y 4 visitaban una escuela secundaria en Dublín (Belvedere College) en la que nos reuníamos en una sala con alumnos de la escuela para practicar el idioma y jugar a juegos de mesa con ellos. Esta escuela impulsa un programa social sobre la diversidad, estableciendo una asignatura para realizar actividades con personas con diversidad, problemas de integración por causa social o económica o de ayuda a la  comunidad. Estos alumnos a los que ayudan se convertirán en un futuro en compañeros de clase (como mínimo un 10% del alumnado de cada escuela secundaria en Irlanda tienen que ser alumnos inmigrantes con necesidades económicas) por lo que incluso las familias de los estudiantes Irlandeses hacen donaciones para apoyar esta causa.

Cada alumno extranjero aceptado tiene los mismos derechos que cualquier alumno que pague por su educación y sus tutores o guardianes cumplen el mismo papel y pueden formar parte del consejo escolar al igual que los padres de los chicos irlandeses. En cuanto a la atención a la diversidad, explicaré dos casos que viví en primera persona:

  • Adam es un exalumno del Congo que asiste, ahora de voluntario, a la escue Tiene paraplejia en las piernas y utiliza una silla de ruedas. La escuela no dispone de ascensor y los accesos no están adaptados, pero tanto ahora como en su etapa de estudiante, no existía ningún problema para que pudiera asistir a las clases. El resto de alumnos estaban encantados de subirle la silla por las escaleras mientras el utilizaba muletas (o la apoyo de compañeros) para acceder a la clase. Incluso se cambió la clase de su grupo para facilitarle el acceso. Ahora de voluntario el resto de chicos los tratan como uno más y su inclusión es total, al igual que en su escuela de secundaria del país.
  • Qiang Qiang es una alumna China del grupo No sabemos exactamente qué le sucede. Sus padres lo definen como “problemas en la cabeza”. Tiene 13 años pero parece actúa como una niña de 6 años. Personalmente opino que debe ser algún grado de autismo  con el añadido de un desfase curricular, ya que en su país de origen la expulsaron de la escuela al ser distinta a los otros niños y estuvo casi 5 años sin asistir al colegio. Creo que es la alumna más querida por profesores y alumnos de la escuela. Siempre está feliz y jugando con todos y todo el personal y alumnado le profesan un gran cariño. Durante mi estancia vinieron a supervisarla una psicóloga y una trabajadora infantil para observar cómo se comportaba en clase y se relacionaba con el resto de personas. Tuve la suerte de estar allí para ayudar en su análisis, ya que me ocupaba personalmente de ella en clase para ayudar al profesor, ya que su ritmo de trabajo y capacidad de atención es menor al resto. Le ayudaban mis nociones de chino y trataba de utilizarlo para que ella entendiese el vocabulario inglés. Tenía una relación más íntima con ella ya que podía expresarse perfectamente en chino y así, si necesitaban saber cómo se sentía o si comprendía una cosa u otra, podía hacerlo en su propio idioma.Su progresión era lenta, por lo que la coordinadora me comentó que seguramente en septiembre la cambiarían a una escuela de educación especial. Durante el tiempo que pasé con ella, aun estando en su mundo, la vi integrada en el grupo. Realizaba actividades y si los profesores le pedían, algo lo hacía. Desconozco los resultados del informe (en el que todos colaboramos de buena gana) que se calcula estará listo en un par de meses, pero Qiang Qiang vaya donde vaya será respetada y querida por todos. La alegría que transmite es contagiosa.

Durante el tiempo que pasé allí me di cuenta que el sistema Irlandés está preparado y enfocado a atender a la diversidad. Su sociedad está ya acostumbrada a convivir con diferentes razas y culturas. El respeto es total y cualquier gesto o uso de vocabulario inapropiado, es totalmente censurado. La tolerancia hacia la diversidad se plasma en un modelo inclusivo en el que los jóvenes están implicados desde temprana edad. Aún con las limitaciones políticas y los requisitos  que se exigen para residir en el país, todo el personal docente, trabajadores sociales, voluntarios o estudiantes que he conocido se inclinan hacia un modelo social compacto y unificado, sin preferencias culturales o nacionalismos exacerbados.

El personal de la escuela y los alumnos fueron siempre muy cordiales conmigo y atentos por si me faltaba algo en algún momento. Me daban consejos para ir a comer, a comprar, a visitar algún lugar e incluso íbamos a tomar algo o comer juntos de vez en cuando.

Puedo asegurar que ha sido una experiencia enriquecedora, tanto desde el punto de vista profesional como personal. Un recuerdo que me acompañará siempre y que repetiría sin dudarlo.

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

XHTML: Trieu una d'aquestes etiquetes <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>