FINAL ALTERNATIVO A “EL BARRIL DE AMONTILLADO” DE E. A. POE

La noche era oscura en el exterior de la casa, aún se escuchaban los alegres gritos de la gente que seguía celebrando el Carnaval, interrumpiendo la placidez del sueño de Montresor.

Se levantó frustrado de su cama creyendo que una copa de vino podría calmar su sed y también lo ayudaría a saciar sus ganas de pedir silencio a la gente que organizaba tal barullo. Bajó las escaleras con tranquilidad cuando un estrepitante ruido llegó a sus oídos. Apuntó con el candelabro que sostenía delante de él. Una vela había caído de su sitio. Para su suerte , estaba apagada. Acompañando la caída de la vela, se escuchó el leve zarandeo de unos cascabeles. Intrigado y con el corazón en un puño, Montresor puso paso hacia el sonido.

Entró en la cocína sigiloso cual zorro en la noche. Delante de una bota de vino, relucía transparente la figura del que alguna vez llamó amigo. Sus ojos estaban teñidos de blanco como si les faltase el alma, su piel estaba ceñida por completo a él, como si de su cuerpo solo quedasen los huesos. Del color pálido de su piel, eran notables los moratones que habían formado las cadenas, y en el rostro podían verse sus hundidas mejillas que acompañaban el violáceo moribundo de sus labios.

-¿Podemos tomar el Amontillado ahora?- se burló Fortunato , sosteniendo una copa del vino nombrado.

La respuesta de Montresor no salió de sus labios, y el silencio que se había formado se veía interrumpido por el constante goteo del barril de vino.

Montresor se acercó tembloroso al Amontillado y llenó una copa de vino tras otra, tratando de convencerse de que aquello no era más que una pesadilla que le estaba jugando una mala pasada. Cuando prácticamente había acabado el contenido del barril, Fortunato lo cogió por la muñeca arrastrándolo hasta las catacumbas donde él había muerto hacía justamente un año.  Caminaron durante mucho tiempo, hasta que llegaron al emparedado donde seguía colgado el inerte y putrefacto cadáver de Fortunato.

– ¡A tu salud!- dijo el fantasma alzando la última copa de vino.

Empujó a Montresor hasta hacerlo caer dentro del agujero, pero cuando este trató de reincorporarse la puerta desapareció dejándolo encerrado, sin apenas oxígeno para respirar.

-Esto es una venganza.- susurró antes de hacer que la vela se apagara, dejando las cataumbas en total oscuridad.

 

Estel Juvanteny Badenes y Jennifer López Montero

3ºA

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